domingo, 17 de enero de 2016

No me puedo ir a ningún lado. No hay nada que pueda hacer para desahogarme, para quitarme todo de encima y estar a lo que estoy. Tengo momentos de sobriedad, no precisamente escasos, pero no duran mucho, y hacen poco por mí. Diría yo que lo que ha pasado es culpa mía, quizá por miedo de perder lo que somos y hemos sido, quizá por resentimiento hacia mí mismo y enfado. Ponerme en posición de víctima, de poco sirve, pues solamente es un reflejo de mi baja autoestima, y mi dependencia emocional no ayuda demasiado tampoco. Pero qué le voy a hacer, no me habían querido nunca. Lo notaba en tus abrazos, ese calor humano de una persona que te quiere como eres y que no se quiere ir de tu lado. En esos ojos veía yo reflejadas las palabras "qué más da lo que piensen los demás si yo estoy aquí contigo". No me preocupaba nada en absoluto porque me sentía totalmente invencible, con una voluntad invulnerable. No necesitaba nada más. Qué cojones, sigo sin necesitar nada más. Una sonrisa tuya, una caricia en la mano, tus besos de gotita. Tu voz divina diciéndome "eres tonto" tus dientes apretando mis labios, prohibiéndome marcharme. Tampoco quería yo irme de tu boca.

Todos los caprichos del mundo me has consentido. Todo lo que te he pedido me lo has sabido dar. Y sin embargo no echo tanto de menos todo lo que te he pedido, echo de menos lo que nunca tuve que pedirte. Tu amor. Lo echo de menos más de lo que echo de menos la emoción de la navidad o del cumpleaños, las mariposas del primer enamoramiento, los viajes con la familia. Infinitamente más que todo eso.

Nunca he querido ser así, que se me fueran las cosas de las manos tan rápido y acabar por hacerte sentir incómoda. Nunca me esperaba que tanto amor pudiera llevar consigo tantos problemas y dolor. Y sin embargo pasó. En 20 minutos prendí fuego a una mecha que fui tejiendo durante varios meses, y cuando todo me explotó en la cara morí por dentro.

Supongo que es un aviso de que tengo que cambiar para bien, tuyo o de quien quiera que sea si decides irte. Y si al final concluyes que lo mejor es alejarte de esto y que estás mejor sin mí no recaerá sobre ti ni un ápice de rencor o despecho. Al fin y al cabo, yo me lo busqué. Que no te dé pena ir en busca de algo mejor, porque es lo que te mereces, pequeña. Es lo que siempre te has merecido, y es ser feliz. Nunca te olvides de lo que hemos sido, pase lo que pase. Nunca te olvides de que fuiste mi osita panda y yo fui tu koala y que te tapé por las noches lo mejor que supe y que te protegí de todo lo que te pude proteger, menos de mí mismo. Nunca me olvides, porque yo nunca te voy a olvidar. Porque has sido lo mejor que me ha pasado jamás hasta ahora, y me arreglaste la vida. Y eso no lo hace cualquiera, cosa linda. Lo hiciste tú y quedará para siempre grabado en mí. Porque estas lágrimas no son de dolor, son de gratitud infinita hacia ti. Eres una persona preciosa por dentro y por fuera y te mereces lo mejor que te puedan dar.

Te amo con locura.